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OMP DIÓCESIS DE SAN VICENTE ¿QUE ES LA CUARESMA?
La Cuaresma es el tiempo
litúrgico de conversión, que marca la Iglesia para prepararnos a la gran fiesta
de la Pascua. Es tiempo para arrepentirnos de nuestros pecados y de cambiar
algo de nosotros para ser mejores y poder vivir más cerca de Cristo.
La Cuaresma dura 40 días; comienza el Miércoles de
Ceniza y termina
antes de la Misa de la Cena del Señor del Jueves Santo. A lo largo de este
tiempo, sobre todo en la liturgia del domingo, hacemos un esfuerzo por
recuperar el ritmo y estilo de verdaderos creyentes que debemos vivir como
hijos de Dios.
El color litúrgico de este tiempo es el morado que significa luto
y penitencia. Es un tiempo de reflexión, de penitencia, de conversión
espiritual; tiempo de preparación al misterio pascual.
En la Cuaresma, Cristo nos invita a cambiar de vida. La Iglesia
nos invita a vivir la Cuaresma como un camino hacia Jesucristo, escuchando la
Palabra de Dios, orando, compartiendo con el prójimo y haciendo obras buenas.
Nos invita a vivir una serie de actitudes cristianas que nos ayudan a
parecernos más a Jesucristo, ya que por acción de nuestro pecado, nos alejamos
más de Dios.
Por ello, la Cuaresma es el tiempo del perdón y de la
reconciliación fraterna. Cada día, durante toda la vida, hemos de arrojar de
nuestros corazones el odio, el rencor, la envidia, los celos que se oponen a
nuestro amor a Dios y a los hermanos. En Cuaresma, aprendemos a conocer y
apreciar la Cruz de Jesús. Con esto aprendemos también a tomar nuestra cruz con
alegría para alcanzar la gloria de la resurrección.
40 días
La duración de la Cuaresma está basada en el símbolo del número
cuarenta en la Biblia. En ésta, se habla de los cuarenta días del diluvio, de
los cuarenta años de la marcha del pueblo judío por el desierto, de los
cuarenta días de Moisés y de Elías en la montaña, de los cuarenta días que pasó
Jesús en el desierto antes de comenzar su vida pública, de los 400 años que
duró la estancia de los judíos en Egipto.
En la Biblia, el número cuatro simboliza el universo material,
seguido de ceros significa el tiempo de nuestra vida en la tierra, seguido de
pruebas y dificultades.
La práctica de la Cuaresma data desde el siglo IV, cuando se da la
tendencia a constituirla en tiempo de penitencia y de renovación para toda la
Iglesia, con la práctica del ayuno y de la abstinencia. Conservada con bastante
vigor, al menos en un principio, en las iglesias de oriente, la práctica
penitencial de la Cuaresma ha sido cada vez más aligerada en occidente, pero
debe observarse un espíritu penitencial y de conversión
VIVIENDO LA CUARESMA MAS ALLÁ DE LAS FRONTERAS
Hector Francisco Cruz Rivas
Originario de Santo Domingo, San Vicente.
Desde el pasado 4 de Febrero partió a tierras Brasileñas con el fin de llevar palabras de esperanza a hermanos que no conocen a Cristo,Hector esta viviendo esta experiencia con la comunidad de puntos corazón;sin duda llega en un tiempo muy especial y compartirá con ellos la vida cuaresmal.
las OMP les invita a todos a unirse en Oración con el rezo de al menos un misterio del Santo Rosario,con el rezo y meditación del via crucis para fortalecer a nuestro hermano y a todos los misioneros del mundo entero en la misión que nuestro señor les ha confiado
Vía
Crucis Misionero
Jesús ha padecido, ha muerto y ha resucitado para salvar a todos los hombres, de todos los tiempos; ha cargado sobre sí el peso del mundo entero. Hoy Jesús está vivo en su Iglesia, en todos nosotros. Acompañar a Jesús, en su vía dolorosa, significa que nosotros, junto con El, nos hacemos solidarios con todos los hombres que hoy sufren y esperan la salvación. El propósito del presente guión-esquema es darle a la celebración del “vía crucis” un contenido misionero. “Vía crucis misionero” quiere decir revivir, hoy, junto con Jesús, las múltiples situaciones misioneras del mundo actual.
1RA
ESTACION: Jesús es condenado a muerte.
Invocación: Te adoramos Cristo y te bendecimos, porque con tu Santa
Cruz redimiste al mundo
El camino de la Cruz: “Amanecía. Los soldados habían tomado
prisionero a Jesús y lo llevaron al tribunal de Poncio Pilato. Este lo
interrogó diciendo: ¿Eres tú el Rey de los Judíos? Jesús le respondió: Tú lo
dices, Yo soy Rey, para esto he nacido y he venido al mundo, para dar testimonio
de la verdad. El que es de la Verdad, escucha mi voz. Pilato, mirando a la
multitud, dijo: ¿Qué haré entonces con Jesús, llamado el Mesías?. Todos
contestaron: Que sea crucificado!. Pilato insistió: ¿Qué mal ha hecho?. Pero
ellos gritaban cada vez más fuerte: ¡Que sea crucificado!. Pilato
hizo traer agua y se lavó las manos delante de la multitud diciendo: Yo no soy
responsable de la sangre de este justo. Es asunto de ustedes. Y todo el pueblo
respondió: Que su sangre caiga sobre nosotros y sobre nuestros hijos! Entonces,
Pilato se los entregó para que lo crucificasen” (Jn 19,14b-16)
Oración: Señor, a pesar de que todos estaban en contra tuyo y pedían tu muerte,
tú te mantuviste firme hasta el final, sosteniendo que tú habías venido al
mundo para dar testimonio de la Verdad. Sólo Tú, Señor, eres la Verdad y sé que
Tú, que eres la Verdad, escuchas mi voz. Ayúdanos a tener tu fortaleza y a dar
testimonio de Ti, Verdad absoluta, ante nuestros familiares y amigos, y en
todos los ámbitos en los que nos movemos diariamente. Te pido también por los
cristianos de todo el mundo que hoy son perseguidos, encarcelados y hasta
asesinados por dar testimonio de la Verdad, para que les des la fortaleza
necesaria para no dejarse vencer. Perdón Señor, pecamos contra Ti.
Padrenuestro, Gloria.
2DA
ESTACION: Jesús lleva la cruz sobre sus hombros
Invocación: Te adoramos Cristo y te bendecimos, porque con tu Santa
Cruz redimiste al mundo
El camino de la Cruz: “Los soldados llevaron a Jesús dentro del
palacio, y convocaron a toda la guardia. Lo vistieron con un manto de púrpura,
hicieron una corona de espinas y se la colocaron. Y comenzaron a saludarlo
¡Salud, rey de los judíos! Y le golpeaban la cabeza con una caña, le escupían
y, doblando la rodilla, le rendían homenaje. Después de haberse burlado de él,
le quitaron el manto y le pusieron de nuevo sus vestiduras. Luego lo hicieron
salir para crucificarlo. Jesús, cargando sobre sí la cruz, salió de la ciudad
para dirigirse al lugar llamado del cráneo, en hebreo: Gólgota” (Mc
15,16-20; Jn 19,17)
Oración: Señor, esa cruz que cargaste sobre tus hombros
eran todos nuestros pecados, MIS pecados. ¿Qué amor es más
grande que aquel que es capaz de asumir las culpas ajenas?
Bien sabes Señor que nosotros también cargamos una pesadas cruces en
nuestra vida diaria. Ayúdanos Señor a hacer de nuestras cruces, no un motivo
para autocompadecernos, para quejarme, para renegar de la vida, sino que
sepamos asumirlas con alegría y fortaleza, como tu hiciste con tu Cruz, y
llevarlas por el camino de la vida con el orgullo de saber que tenemos la
posibilidad de compartir tu sufrimiento redentor. Te ofrecemos Señor nuestras
cruces de cada día por nuestros pecados y por la conversión de todos los
pecadores. Acéptalas como humilde ofrenda para que se unan a tu cruz por la
salvación del mundo entero. Perdón Señor, pecamos contra Ti.
Padrenuestro, Gloria.
3RA
ESTACION: Jesús cae por primera vez
Invocación: Te adoramos Cristo y te bendecimos, porque con tu Santa
Cruz redimiste al mundo
El camino de la Cruz: Jesús, llamando a la multitud junto con
sus discípulos les dijo: “El que quiera venir detrás de mí, que renuncie a sí
mismo, que cargue con su cruz y me siga. Porque el que quiera salvar su vida,
la perderá y el que pierda su vida por mí y por la Buena Noticia, la salvará.
¿De qué le servirá al hombre ganar el mundo entero si pierde su vida?” (Mc
8,34-36)
Oración: Señor, Tú nos dijiste que para seguirte
era necesario abandonarlo todo, cargar
nuestra cruz y caminar tras de ti. ¡Cuántas veces
no nos aferramos a nuestras cruces y nos dejamos vencer por el miedo y la
desesperanza y caemos por tierra! Te pedimos Señor que nos ayudes a renunciar a
nosotros mismos, a nuestros miedos, a nuestros egoísmos, a nuestras
exigencias, a pensar solamente en nuestras necesidades cuando hay muchos a
nuestro alrededor que también tienen sus problemas y preocupaciones. Ayúdanos a
salir al encuentro de los demás, a renunciar a querer ser el centro
de atención, cuando el centro debes ser sólo Tú. Te damos gracias Señor porque
has dado un sentido a nuestras vidas mostrándonos la vocación misionera, y te
pedimos por todos los hombres del mundo que han perdido la esperanza, para que
te encuentren a Ti, que eres el Camino la Verdad y la Vida. Perdón Señor,
pecamos contra Ti!
Padrenuestro, Gloria.
4TA
ESTACION: Jesús encuentra a María, su madre
Invocación: Te adoramos Cristo y te bendecimos, porque con tu Santa
Cruz redimiste al mundo
El camino de la Cruz: María ha sido anoticiada de la triste
suerte de su hijo. Va presurosa a su encuentro. No se dicen palabras, pero con
la mirada se entienden. En el corazón de María resuenan las palabras de Jesús:
“¿Acaso no sabías que tengo que ocuparme de las cosas de mi Padre?”. Y con la
mirada, ella responde nuevamente: “Yo soy la esclava del Señor, que se haga en
mí su Voluntad”. Frente al dolor de su Hijo y la impotencia de no poder hacer
nada por El, María siente que su corazón se desgarra, pero respeta su decisión
de morir por nosotros, porque sabe que su Hijo no es su propiedad exclusiva,
porque “su madre y sus hermanos son todos aquellos que escuchan la Palabra de
Dios y la practican”.
Oración: Señor, tu Madre María te acompañó en todo momento, hasta
en los más duros. Ayúdanos a imitar su ejemplo, acompañándote nosotros también.
Sabemos que cuando nos sentimos solos, no es porque Tú dejaste de acompañarnos,
sino porque nosotros dejamos de acompañarte a Ti. Danos fuerzas para perseverar
junto a Ti y nunca renegar de tu Amor infinito, por más difíciles que sean las
situaciones que nos toquen vivir. Te ofrecemos Señor nuestra débil voluntad,
que quiere serte más fiel, diciendo, al igual que María: “Yo soy la
esclava del Señor, que se haga en mí su Voluntad”. Nosotros también
queremos ser tu madre y tus hermanos, Señor, por eso escuchamos tu Palabra y te
pedimos que nos des fuerza y coraje para practicarla. Te pedimos Señor por
todos los hombres del mundo que no te conocen, para que encontrando a María, tu
Madre, te encuentren también a Ti. Perdón, Señor, pecamos contra ti!
Padrenuestro, Gloria.
5TA
ESTACION: El Cireneo ayuda a Jesús a cargar con su cruz
Invocación: Te adoramos Cristo y te bendecimos, porque con tu Santa
Cruz redimiste al mundo
El camino de la Cruz: “Cuando llevaban a Jesús camino al
Calvario, detuvieron a un tal Simón de Cirene, que volvía del campo, y lo
cargaron con la cruz, para que la llevara detrás de Jesús” (Lc 23,26)
Oración: Señor, aquel Cireneo fue capaz de salir de sí
mismo para ir a tu encuentro y ayudarte. Enséñanos
a descubrir que nosotros también estamos llamados a ser
Cireneos en nuestras vidas ayudando en la medida
de nuestras posibilidades a aquellos que
nos necesitan. Te pedimos perdón por todas aquellas veces que viendo
la necesidad de un hermano que solicitaba nuestra ayuda, miramos para otro lado
y le negamos nuestro apoyo. Te pedimos también Señor por todos los Cireneos del
mundo, que trabajan día a día por la propagación del Evangelio y de tu Iglesia
por el mundo y, especialmente, por aquellos que dedican su vida a la primera
evangelización, dales fortaleza y perseverancia para cumplir con su misión. Perdón,
Señor, pecamos contra Ti!
Padrenuestro, Gloria.
6TA
ESTACION: Una mujer seca el rostro de Jesús
Invocación: Te adoramos Cristo y te bendecimos, porque con tu Santa
Cruz redimiste al mundo
El camino de la Cruz: El rostro de Jesús está marcado por el
dolor y el cansancio y bañado de sudor y sangre. De entre la multitud, aparece
una mujer que se apiada de él, y con un pañuelo le seca el rostro. Tu rostro
bendito, Señor, queda para siempre estampado en ese paño que fue como un
bálsamo en medio de tu sufrimiento…
Oración: Te damos gracias Señor porque en el mundo existen personas capaces de
“secar el rostro de los demás”. Danos señor la sensibilidad necesaria para
percibir la necesidad de consuelo en nuestros hermanos, y la caridad para
acercarnos a aquellos que nos necesitan y brindarles nuestro apoyo. Te pedimos
perdón señor por todas aquellas oportunidades que tuvimos de consolar a algún
hermano que estaba sufriendo, y no lo hicimos. Te pedimos perdón por nuestras
faltas de caridad y de compasión con los demás. Te pedimos por todos aquellos
hombres, mujeres, niños, jóvenes y ancianos que sufren en los cinco
continentes, para que haya una mano cerca que les brinde ayuda y consuelo.
Transforma su sufrimiento en bienaventuranza, cumpliendo aquella promesa tuya:
¡Bienaventurados los que hoy sufren, porque serán consolados! Perdón,
Señor, pecamos contra ti.
Padrenuestro, Gloria.
7MA
ESTACION: Jesús cae por segunda vez
Invocación: Te adoramos Cristo y te bendecimos, porque con tu Santa
Cruz redimiste al mundo
El camino de la Cruz: Jesús sigue su camino,
pero el peso de la cruz lo agobia, las fuerzas le fallan, y cae por tierra
nuevamente. En El se cumplen las palabras del profeta Isaías: “Despreciado,
desechado por los hombres, abrumado de dolores y habituado al sufrimiento...
Pero El soportaba nuestros sufrimientos y cargaba con nuestras dolencias y
nosotros lo considerábamos golpeado, herido por Dios y humillado. El fue
traspasado por nuestras iniquidades y por sus heridas fuimos sanados” (Is
53,3-5). Pero a pesar de la nueva caída, Jesús se levanta y continúa su
camino...
Oración: Señor, danos la fuerza para afrontar las dificultades, tal
como tú lo hiciste en tu camino hacia la cruz. Y lo que es
aún más importante, lo hiciste por amor. Lo soportaste todo por nosotros y por
nuestros pecados. Y nosotros, a pesar de saber esto, seguimos pecando una y
otra vez, renegando de Ti. Danos un corazón valiente capaz de enfrentarse de
una vez por toda a nuestras miserias, tentaciones y debilidades, y a decirles
¡no!, a renunciar a nuestro pecado y convertir nuestra vida a Ti. Te pedimos
por todos los pecadores del mundo, para que se conviertan y vuelvan sus rostros
hacia Ti, único Dios verdadero. Perdón, Señor, pecamos contra ti.
Padrenuestro, Gloria.
8VA
ESTACION: Jesús consuela a las mujeres
Invocación: Te adoramos Cristo y te bendecimos, porque con tu Santa
Cruz redimiste al mundo
El camino de la Cruz: “En el camino hacia el calvario,
seguían a Jesús muchos del pueblo y un buen número de mujeres que se golpeaban
el pecho y se lamentaban por él. Pero Jesús, volviéndose hacia ellas les dijo:
Hijas de Jerusalén! No lloren por mí, lloren más bien por ustedes y por sus
hijos” (Lc 23,27-28)
Oración: A aquellas mujeres les dijiste
que era inútil lamentarse en vano, que más
valía preocuparse por cambiar la vida. Ayúdanos a no
ser como aquellas mujeres, a no vivir quejándonos y lamentándonos por nuestros
problemas. Sabemos que eso es inútil Señor y que solo contribuye a
hacernos infelices. Enséñanos, por el contrario, a buscar primero tu Reino,
convencido que todo lo demás nos será dado por añadidura y a esforzarnos por
llevar una vida santa y que sea testimonio de amor para quienes nos rodean.
Ayúdanos a enfrentar nuestra vida con esperanza, y a desear ardientemente vivir
de acuerdo a tus enseñanzas, renegando de todo lo que nos aparte de Ti. Te
pedimos Señor por todos aquellos que no encuentran sentido a su vida, para que
en Ti encuentren la esperanza y la paz. Perdón, Señor, pecamos contra Ti.
Padrenuestro, Gloria.
9NA
ESTACION: Jesús cae por tercera vez
Invocación: Te adoramos Cristo y te bendecimos, porque con tu Santa
Cruz redimiste al mundo
El camino de la Cruz: El camino es largo y difícil y la cruz se
vuelve cada vez más pesada. Por tercera vez cae en tierra rendido por el
cansancio, y el dolor, la falta de comida y de bebida. Pero no se da por
vencido: ya se ha puesto en las manos del Padre y tiene que llegar al
final, así que se sobrepone y se pone de pie. Años más tarde, Pedro
escribirá en una de sus cartas: “¿Qué gloria habría en soportar el castigo por
una falta que se ha cometido? Pero si a pesar de hacer el bien, ustedes
soportan el sufrimiento, esto sí es una gracia delante de Dios. A esto han sido
llamados, porque también Cristo padeció por ustedes y les dejó un ejemplo a fin
de que sigan sus huellas”. (1Pe 2,20-21)
misioneros que les hablen de Ti y los acerquen nuevamente a la fe y a la
comunión plena con la Iglesia. Perdón Señor, pecamos contra Ti.
Padrenuestro, Gloria.
10MA
ESTACION: Desnudan a Jesús
Invocación: Te adoramos Cristo y te bendecimos, porque con tu Santa
Cruz redimiste al mundo
El camino de la Cruz: “Los soldados tomaron las vestiduras
de Jesús y las dividieron en cuatro partes, una para cada uno. Tomaron también
la túnica, y como o tenía costura, porque estaba hecha de una sola pieza de
arriba a abajo, se dijeron entre sí: No la rompamos. Vamos a sortearla para ver
a quién le toca. Así se cumplió la escritura que dice: Se repartieron mis
vestiduras y sortearon mi túnica.” (Jn 19,23-24b)
Oración: Señor, en tu cruz, te quitaron hasta lo último que tenías: tus
ropas, tu túnica, pero no pudieron quitarte lo más grande que tenías y que era
el AMOR tan grande a los hombres, que fue capaz de llevarte hasta la
muerte. Te pedimos Señor que nos ayudes a no aferrarme a las cosas materiales,
a no depender de ellas, a no desesperarnos si a veces no son suficientes, o a
no almacenarlas inútilmente si son demasiadas. Te pedimos perdón Señor, por
todas aquellas veces que desnudamos a nuestros hermanos con nuestro egoísmo,
guardándonos aquellas cosas que no necesitábamos y que para ellos hubieran sido
imprescindibles. Enséñanos a ser pobres y generosos, Señor, como Tú lo fuiste
en la cruz. Te pedimos por todas las personas que sufren la pobreza en el
mundo, para que no les falte lo indispensable. Y te pedimos también por
aquellos que tienen de sobra, para que no se pierdan en su egoísmo y aprendan a
compartir con los que no tienen. Perdón, Señor, pecamos contra Ti.
Padrenuestro, Gloria.
11RA
ESTACION: Clavan a Jesús en la cruz
Invocación: Te adoramos Cristo y te bendecimos, porque con tu Santa
Cruz redimiste al mundo
El camino de la Cruz: “Cuando llegaron al lugar llamado del Cráneo,
lo crucificaron. Jesús, mientras tanto, decía: Padre, perdónalos porque no
saben lo que hacen.” (Lc 23,33ª.34ª)
Oración: Señor, hasta en el último momento mientras sufrías los dolores
de los clavos que te traspasaban, pensaste en cada uno de nosotros
suplicando a tu Padre que nos perdonara. Enséñanos a perdonar
a nuestros hermanos. Te pedimos perdón Señor por ser rencorosos,
resentidos, vengativos y duros de corazón para perdonar. Ayúdanos Señor a
convertir nuestro corazón de piedra en un corazón de carne, capaz de amar y de
perdonar. Danos la humildad de los grandes para reconocer nuestros errores ante
los demás y pedir perdón. Te ofrecemos a todas aquellas personas a las que les
guardamos rencor y resentimiento: bendícelas Señor. Te pedimos por todos los
hombres del mundo que viven corroídos por el rencor, libéralos de ese peso que
carcome sus almas y sus corazones. Te pedimos por la paz del mundo,
especialmente en este momento tan duro para muchos pueblos que viven en guerra
o en peligro inminente de guerra. Perdón, Señor, pecamos contra Ti.
Padrenuestro, Gloria.
12DA
ESTACION: Jesús muere por amor a nosotros
Invocación: Te adoramos Cristo y te bendecimos, porque con tu Santa
Cruz redimiste al mundo
El camino de la Cruz: “Era alrededor del mediodía. El sol se eclipsó
y la oscuridad cubrió toda la tierra hasta las tres de la tarde. El velo del
Templo se rasgó por el medio. Jesús, con un grito, exclamó: Padre,
en tus manos encomiendo mi espíritu. Y diciendo esto, expiró. El centurión, y
los hombres que custodiaban a Jesús, al ver el terremoto y todo lo que pasaba,
se llenaron de miedo y dijeron: Verdaderamente este era el Hijo de Dios”
(Lc 23,44-46; Mt 27,54)
Oración: "No hay mayor amor que dar la vida por los que se
ama", nos dijiste una vez, y no fueron sólo
palabras sino que lo comprobaste con hechos,
muriendo por nosotros. Tú lo diste todo, sin medida, diste tu propia vida. ¿Qué
somos capaces de dar por Ti y por los que nos rodean? Enséñanos a
amar como Tú lo hiciste: a todos por igual y
sin medida, y que seamos capaces de entregarlo todo por
todos. Te pedimos Señor por todos aquellos que en distintos lugares del mundo,
entregan su vida por amor a los demás a través de su trabajo, especialmente a
los que se dedican a la evangelización de aquellos que no te conocen o de los
que están alejados de Tí. Fortalécelos, Señor, y haz que la entrega de sus
vidas no sea en vano. Perdón, Señor, pecamos contra Ti.
Padrenuestro, Gloria.
13RA
ESTACION: Bajan a Jesús de la cruz
Invocación: Te adoramos Cristo y te bendecimos, porque con tu Santa
Cruz redimiste al mundo
El camino de la Cruz: “Al atardecer, llegó un hombre rico de
Arimatea, llamado José, que también se había hecho discípulo de Jesús y fue a
ver a Pilato para pedirle el cuerpo de Jesús. Pilato ordenó que se lo
entregaran. Entonces José, bajó el cuerpo de Jesús de la cruz y lo envolvió en
una sábana limpia.” (Mt 27,57-59)
Oración: Señor, con tu muerte nos diste la Vida, y Vida
en abundancia. Tu muerte nos trajo la salvación. Ayúdanos a
se dignos merecedores de tu salvación buscando siempre la
santidad en las cosas de todos los días. Señor, tu muerte no ha sido en
vano. Gracias a Ti, muchos hoy podemos vivir la alegría de ser hijos de Dios.
Te damos gracias porque con tu muerte en la cruz nos reconciliaste con Dios y
hoy podemos ser sus amigos. Te pedimos Señor por todos los hombres del mundo
que no te conocen, que no saben de esta obra redentora maravillosa que hiciste
por la humanidad, para que reciban esta Buena Noticia y lleguen al conocimiento
de la Verdad. Perdón, Señor, pecamos contra Ti.
Padrenuestro, Gloria.
14TA
ESTACION: Entierran a Jesús
Invocación: Te adoramos Cristo y te bendecimos, porque con tu Santa
Cruz redimiste al mundo
El camino de la Cruz: “Después de bajarlo de la cruz, lo
envolvió en una sábana y lo colocó en un sepulcro cavado en la roca, donde
nadie había sido sepultado. Era el día de la Preparación y ya comenzaba el
sábado. Las mujeres que habían venido de Galilea con Jesús siguieron a José,
observaron el sepulcro y vieron cómo había sido sepultado.” (Lc 23,53-55)
Oración: Señor, tu muerte nos abrió la esperanza
de la resurrección. Tú nos prometiste la vida eterna. Haz que
vivamos de acuerdo a esta Gracia que nos regalaste,
buscando siempre amarte y amar a aquellos que nos diste
por hermanos. Muchas veces nosotros también nos siento
sepultados por nuestros problemas y por nuestros pecados. Ayúdanos a no
quedarnos sumergidos en el dolor, sino que sepamos resucitar como Tú a una vida
nueva, con la mirada puesta en la salvación que nos regalaste y en la Vida
Eterna que nos tienes preparada. Danos fuerzas señor para ser testigos de
esperanza entre quienes nos rodean, y acuérdate de todos aquellos valientes
misioneros, hombres y mujeres, que asumen la responsabilidad de llevar tu
esperanza a todos los pueblos del mundo. Perdón, Señor, pecamos contra Ti.
DIÓCESIS DE SAN VICENTE... EN MISIÓN PERMANENTE
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23/2/12
TIEMPO DE CUARESMA
1/2/12
JORNADA MUNDIAL DEL ENFERMO 2012
Este próximo 11 de Febrero se estará celebrando la Jornada Mundial del enfermo Misionero, la Unión de Enfermos Misioneros (UEM) de la Diócesis de San Vicente te hace una especial invitación a que participes y te solidarices con nuestros hermanos que mas lo necesitan con oraciones, ofrendas, sacrificios y puedas ver en cada uno de ellos el rostro del Dios Vivo.
Mensaje del Secretario Diocesano de la UEM
Pbro. Emilio Alfonso Rivas
"Quiero enviar un
afectuoso saludo a mis hermanos sacerdotes de la diócesis y a Todos los feligreses
que ayudan en la atención y el cuidado de los enfermos.
Como ya es
conocido por todos ustedes, el sábado 11 de febrero, estaremos celebrando el día
mundial del enfermo misionero y es una ocasión oportuna para agradecer a
mis compañeros
Sacerdotes, por atender
espiritualmente a los enfermos, asistiéndolos con el sacramento de la confesión
y de la unción, agradecimientos a todos los ministros extraordinarios de la comunión,
por su dedicación en llevar la comunión a los enfermos, quiero en esta ocasión
decir también a todo el personal de salud de los hospitales, que es
importante ser muy sensibles ante los hermanos que sufren de una manera
especial de los enfermos, que día a día atienden en los hospitales.
Su santidad el
papa Benedicto XVI como ya e costumbre envía un mensaje para el día mundial del
enfermo y en este año el mensaje lleva como lema: " Levántate, vete tu fe
te ha salvado" la fe es una condición que Jesús pide para que recibamos el
milagro de la curación.
recordar queridos
hermanos, que todos tenemos que aprender a ver en el hermano que sufre, en el
enfermo el rostro de Dios.
Pido a todos mis
hermanos sacerdotes. Que no se desatiendan de sus feligreses que están enfermos,
y a los diferentes movimientos que trabajan por los enfermos que siempre sigan
adelante."
Que Dios les
bendiga a todos.
En Jesús y María
“¡Levántate, vete; tu fe te ha salvado!” (Lc 17,19)
MENSAJE DEL PAPA
¡Queridos hermanos y hermanas!
En ocasión de la Jornada Mundial del Enfermo, que celebraremos el próximo 11 de febrero de 2012, memoria de la Bienaventurada Virgen de Lourdes, deseo renovar mi cercanía espiritual a todos los enfermos que se están hospitalizados o son atendidos por las familias, y expreso a cada uno la solicitud y el afecto de toda la Iglesia. En la acogida generosa y afectuosa de cada vida humana, sobre todo la débil y enferma, el cristiano expresa un aspecto importante de su testimonio evangélico siguiendo el ejemplo de Cristo, que se ha inclinado ante los sufrimientos materiales y espirituales del hombre para curarlos.
1. Este año, que constituye la preparación más inmediata para la solemne Jornada Mundial del Enfermo, que se celebrará en Alemania el 11 de febrero de 2013, y que se centrará en la emblemática figura evangélica del samaritano (cf. Lc 10,29-37), quisiera poner el acento en los “sacramentos de curación”, es decir, en el sacramento de la penitencia y de la reconciliación, y en el de la unción de los enfermos, que culminan de manera natural en la comunión eucarística.
El encuentro de Jesús con los diez leprosos, descrito en el Evangelio de san Lucas (cf. Lc 17,11-19), y en particular las palabras que el Señor dirige a uno de ellos: “¡Levántate, vete; tu fe te ha salvado!” (v. 19), ayudan a tomar conciencia de la importancia de la fe para quienes, agobiados por el sufrimiento y la enfermedad, se acercan al Señor. En el encuentro con él, pueden experimentar realmente que ¡quien cree no está nunca solo! En efecto, Dios por medio de su Hijo, no nos abandona en nuestras angustias y sufrimientos, está junto a nosotros, nos ayuda a llevarlas y desea curar nuestro corazón en lo más profundo (cf. Mc 2,1-12).
La fe de aquel leproso que, a diferencia de los otros, al verse sanado, vuelve enseguida a Jesús lleno de asombro y de alegría para manifestarle su reconocimiento, deja entrever que la salud recuperada es signo de algo más precioso que la simple curación física, es signo de la salvación que Dios nos da a través de Cristo, y que se expresa con las palabras de Jesús: tu fe te ha salvado. Quien invoca al Señor en su sufrimiento y enfermedad, está seguro de que su amor no le abandona nunca, y de que el amor de la Iglesia, que continúa en el tiempo su obra de salvación, nunca le faltará. La curación física, expresión de la salvación más profunda, revela así la importancia que el hombre, en su integridad de alma y cuerpo, tiene para el Señor. Cada uno de los sacramentos, además, expresa y actúa la proximidad Dios mismo, el cual, de manera absolutamente gratuita, “nos toca por medio de realidades materiales …, que él toma a su servicio y las convierte en instrumentos del encuentro entre nosotros y Él mismo” (Homilía, S. Misa Crismal, 1 de abril de 2010). “La unidad entre creación y redención se hace visible. Los sacramentos son expresión de la corporeidad de nuestra fe, que abraza cuerpo y alma, al hombre entero” (Homilía, S. Misa Crismal, 21 de abril de 2011).
La tarea principal de la Iglesia es, ciertamente, el anuncio del Reino de Dios, «pero precisamente este mismo anuncio debe ser un proceso de curación: “… para curar los corazones desgarrados” (Is 61,1)» (ibíd.), según la misión que Jesús confió a sus discípulos (cf. Lc 9,1-2; Mt 10,1.5-14; Mc 6,7-13). El binomio entre salud física y renovación del alma lacerada nos ayuda, pues, a comprender mejor los “sacramentos de curación”.
2. El sacramento de la penitencia ha sido, a menudo, el centro de reflexión de los pastores de la Iglesia, por su gran importancia en el camino de la vida cristiana, ya que “toda la fuerza de la Penitencia consiste en que nos restituye a la gracia de Dios y nos une a Él con profunda amistad” (Catecismo de la Iglesia Católica, 1468). La Iglesia, continuando el anuncio de perdón y reconciliación, proclamado por Jesús, no cesa de invitar a toda la humanidad a convertirse y a creer en el Evangelio. Así lo dice el apóstol Pablo: “Nosotros actuamos como enviados de Cristo, y es como si Dios mismo os exhortara por medio de nosotros. En nombre de Cristo, os pedimos que os reconciliéis con Dios” (2 Co 5,20). Jesús, con su vida anuncia y hace presente la misericordia del Padre. Él no ha venido para condenar, sino para perdonar y salvar, para dar esperanza incluso en la oscuridad más profunda del sufrimiento y del pecado, para dar la vida eterna; así, en el sacramento de la penitencia, en la “medicina de la confesión”, la experiencia del pecado no degenera en desesperación, sino que encuentra el amor que perdona y transforma (cf. Juan Pablo II, Exhortación ap. postsin. Reconciliatio et Paenitentia, 31).
Dios, “rico en misericordia” (Ef 2,4), como el padre de la parábola evangélica (cf. Lc 15, 11-32), no cierra el corazón a ninguno de sus hijos, sino que los espera, los busca, los alcanza allí donde el rechazo de la comunión les ha encerrado en el aislamiento y en la división, los llama a reunirse en torno a su mesa, en la alegría de la fiesta del perdón y la reconciliación. El momento del sufrimiento, en el cual podría surgir la tentación de abandonarse al desaliento y a la desesperación, puede transformarse en tiempo de gracia para recapacitar y, como el hijo pródigo de la parábola, reflexionar sobre la propia vida, reconociendo los errores y fallos, sentir la nostalgia del abrazo del Padre y recorrer el camino de regreso a casa. Él, con su gran amor vela siempre y en cualquier circunstancia sobre nuestra existencia y nos espera para ofrecer, a cada hijo que vuelve a él, el don de la plena reconciliación y de la alegría.
3. De la lectura del Evangelio emerge, claramente, cómo Jesús ha mostrado una particular predilección por los enfermos. Él no sólo ha enviado a sus discípulos a curar las heridas (cf. Mt 10,8; Lc 9,2; 10,9), sino que también ha instituido para ellos un sacramento específico: la unción de los enfermos. La carta de Santiago atestigua la presencia de este gesto sacramental ya en la primera comunidad cristiana (cf. 5,14-16): con la unción de los enfermos, acompañada con la oración de los presbíteros, toda la Iglesia encomienda a los enfermos al Señor sufriente y glorificado, para que les alivie sus penas y los salve; es más, les exhorta a unirse espiritualmente a la pasión y a la muerte de Cristo, para contribuir, de este modo, al bien del Pueblo de Dios.
Este sacramento nos lleva a contemplar el doble misterio del monte de los Olivos, donde Jesús dramáticamente encuentra, aceptándola, la vía que le indicaba el Padre, la de la pasión, la del supremo acto de amor. En esa hora de prueba, él es el mediador “llevando en sí mismo, asumiendo en sí mismo el sufrimiento de la pasión del mundo, transformándolo en grito hacia Dios, llevándolo ante los ojos de Dios y poniéndolo en sus manos, llevándolo así realmente al momento de la redención” (Lectio divina, Encuentro con el clero de Roma, 18 de febrero de 2010). Pero “el Huerto de los Olivos es también el lugar desde el cual ascendió al Padre, y es por tanto el lugar de la Redención … Este doble misterio del monte de los Olivos está siempre “activo” también en el óleo sacramental de la Iglesia … signo de la bondad de Dios que llega a nosotros” (Homilía, S. Misa Crismal, 1 de abril de 2010). En la unción de los enfermos, la materia sacramental del óleo se nos ofrece, por decirlo así, “como medicina de Dios … que ahora nos da la certeza de su bondad, que nos debe fortalecer y consolar, pero que, al mismo tiempo, y más allá de la enfermedad, remite a la curación definitiva, a la resurrección (cf. St 5,14)” (ibíd.).
Este sacramento merece hoy una mayor consideración, tanto en la reflexión teológica como en la acción pastoral con los enfermos. Valorizando los contenidos de la oración litúrgica que se adaptan a las diversas situaciones humanas unidas a la enfermedad, y no sólo cuando se ha llegado al final de la vida (cf. Catecismo de la Iglesia Católica, 1514), la unción de los enfermos no debe ser considerada como “un sacramento menor” respecto a los otros. La atención y el cuidado pastoral hacia los enfermos, por un lado es señal de la ternura de Dios con los que sufren, y por otro lado beneficia también espiritualmente a los sacerdotes y a toda la comunidad cristiana, sabiendo que todo lo que se hace con el más pequeño, se hace con el mismo Jesús (cf. Mt 25,40).
4. A propósito de los “sacramentos de la curación”, san Agustín afirma: “Dios cura todas tus enfermedades. No temas, pues: todas tus enfermedades serán curadas … Tú sólo debes dejar que él te cure y no rechazar sus manos” (Exposición sobre el salmo 102, 5: PL 36, 1319-1320). Se trata de medios preciosos de la gracia de Dios, que ayudan al enfermo a conformarse, cada vez con más plenitud, con el misterio de la muerte y resurrección de Cristo. Junto a estos dos sacramentos, quisiera también subrayar la importancia de la eucaristía. Cuando se recibe en el momento de la enfermedad contribuye de manera singular a realizar esta transformación, asociando a quien se nutre con el Cuerpo y la Sangre de Jesús al ofrecimiento que él ha hecho de sí mismo al Padre para la salvación de todos. Toda la comunidad eclesial, y la comunidad parroquial en particular, han de asegurar la posibilidad de acercarse con frecuencia a la comunión sacramental a quienes, por motivos de salud o de edad, no pueden ir a los lugares de culto. De este modo, a estos hermanos y hermanas se les ofrece la posibilidad de reforzar la relación con Cristo crucificado y resucitado, participando, con su vida ofrecida por amor a Cristo, en la misma misión de la Iglesia. En esta perspectiva, es importante que los sacerdotes que prestan su delicada misión en los hospitales, en las clínicas y en las casas de los enfermos se sientan verdaderos « “ministro de los enfermos”, signo e instrumento de la compasión de Cristo, que debe llegar a todo hombre marcado por el sufrimiento» (Mensaje para la XVIII Jornada Mundial del Enfermo, 22 de noviembre de 2009).
La conformación con el misterio pascual de Cristo, realizada también mediante la práctica de la comunión espiritual, asume un significado muy particular cuando la eucaristía se administra y se recibe como viático. En ese momento de la existencia, resuenan de modo aún más incisivo las palabras del Señor: “El que come mi carne y bebe mi sangre tiene vida eterna, y yo lo resucitaré en el último día” (Jn 6,54). En efecto, la eucaristía, sobre todo como viático, es –según la definición de san Ignacio de Antioquia– “fármaco de inmortalidad, antídoto contra la muerte” (Carta a los Efesios, 20: PG 5, 661), sacramento del paso de la muerte a la vida, de este mundo al Padre, que a todos espera en la Jerusalén celeste.
5. El tema de este Mensaje para la XX Jornada Mundial del Enfermo, “¡Levántate, vete; tu fe te ha salvado!”, se refiere también al próximo “Año de la fe”, que comenzará el 11 de octubre de 2012, ocasión propicia y preciosa para redescubrir la fuerza y la belleza de la fe, para profundizar sus contenidos y para testimoniarla en la vida de cada día (cf. Carta ap. Porta fidei, 11 de octubre de 2011). Deseo animar a los enfermos y a los que sufren a encontrar siempre en la fe un ancla segura, alimentada por la escucha de la palabra de Dios, la oración personal y los sacramentos, a la vez que invito a los pastores a facilitar a los enfermos su celebración. Que los sacerdotes, siguiendo el ejemplo del Buen Pastor y como guías de la grey que les ha sido confiada, se muestren llenos de alegría, atentos con los más débiles, los sencillos, los pecadores, manifestando la infinita misericordia de Dios con las confortadoras palabras de la esperanza (cf. S. Agustín, Carta 95, 1: PL 33, 351-352).
A todos los que trabajan en el mundo de la salud, como también a las familias que en sus propios miembros ven el rostro sufriente del Señor Jesús, renuevo mi agradecimiento y el de la Iglesia, porque, con su competencia profesional y tantas veces en silencio, sin hablar de Cristo, lo manifiestan (cf. Homilía, S. Misa Crismal, 21 de abril de 2011).
A María, Madre de Misericordia y Salud de los Enfermos, dirigimos nuestra mirada confiada y nuestra oración; su materna compasión, vivida junto al Hijo agonizante en la Cruz, acompañe y sostenga la fe y la esperanza de cada persona enferma y que sufre en el camino de curación de las heridas del cuerpo y del espíritu.
Os aseguro mi recuerdo en la oración, mientras imparto a cada uno una especial Bendición Apostólica.
Vaticano, 20 de noviembre de 2011, solemnidad de Nuestro Señor Jesucristo, Rey del Universo.
Benedictus PP XVI
DIOCESIS DE SAN VICENTE... EN MISION PERMANENTE
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